EL CENTRO DE ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN LATINOAMERICANOS (CEDLA)
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Realiza y coordina investigaciones sobre la América Latina en el campo de las Ciencias Sociales, edita publicaciones, divulga sus resultados y colecciona documentos y materiales de carácter académico, accesibles al público interesado. El Centro ofrece, además, un programa académico de enseñanza sobre las sociedades y culturas de América Latina. CEDLA - Fundado en 1964 en Universidad de Ámsterdam y desde 1971 es un instituto que hace parte de una red universitaria.
La larga tradición de CEDLA como centro de una red de información sobre estudios latinoamericanos en Europa se refleja en la Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe/European Review of Latin American and Caribbean Studies, que se publica dos veces al año, en abril y octubre. Los artículos de la ERLACS informan sobre importantes investigaciones empíricas y/o contribuyen al desarrollo de nuevas teorías en el contexto de los más cruciales debates en los diversos campos de las ciencias sociales. Aparte de los artículos (en inglés y en español), la ERLACS incluye reseñas bibliográficas y noticias del Centro.
Reseña del Libro Publicada en ERLACS número 95,
octubre 2013, páginas 138-140
Por Antonio Carmona Báez
«Mucho se ha escrito sobre los retos económicos estructurales que enfrenta Cuba, pero escasa atención se ha prestado al desarrollo interno de su sistema político. Esta resaca de la Guerra Fría ha hecho que muchos observadores desistan de conducir investigación a fondo y de compartir su reflexión intelectual sobre la democracia cubana. Ahora, con la aparición de nuevos modelos de gobierno democrático en América Latina, los cuales hacen énfasis en la participación popular más allá de la política electoral, Cuba puede ser un objeto de estudio en una perspectiva comparativa.
En Cuba y sus vecinos: democracia en movimiento, Arnold August evalúa la evolución de la democracia cubana, así como la naturaleza y las condiciones del proceso político de otras cuatro repúblicas americanas. Su estudio se basa en más de veinte años de investigación sobre la mayor de las Antillas, así como en investigaciones sobre la democracia de autores norteamericanos, europeos y latinoamericanos.
En sus primeros dos capítulos el libro propone un marco conceptual que distingue, por un lado, el modelo de democracia estático, que atribuye centralidad a Estados Unidos y, por otro, la noción de democratización continua o democracia en movimiento. El primero es definido estrictamente por los arreglos institucionales y la política partidista de representación, un modelo que no ha logrado que más de la mitad de la población estadounidense ejerza su derecho al voto. Por otro lado, la democratización permite una renovación, si se toman en consideración experimentos alternativos de participación popular y de integración de sectores más amplios de la población al proceso de toma de decisiones. La idea de August de democracia en movimiento requiere que tengamos como un criterio importante cuánto contribuye el ciudadano a los debates nacionales sobre la producción, el desarrollo y la redistribución. Esta idea cobra significación si recordamos por ejemplo las rebeliones populares que hemos visto en el mundo desde 2011, especialmente el movimiento de los "indignados" en España y el movimiento Occupy que estremeció a los Estados Unidos. En estos dos casos los manifestantes, inspirados en parte también por las revueltas en Túnez y Egipto, reclamaban nuevas formas de acción política por medio de tomar las calles y ocupar espacios públicos. (pp. 11-13). Ya ningún país puede pretender tener un monopolio de la idea de democracia.
En la discusión teórica de August es esencial el principio de soberanía y el derecho que tiene cada país a desarrollar su propio modelo democrático, sin imposición de fórmulas redactadas por pensadores de naciones más ricas y poderosas. August toma como marco de comparación el giro hacia la izquierda de varios gobiernos de América Latina durante la última década. Subraya la similitud entre el concepto de democracia y el socialismo, el cual, sostiene, “en Cuba está siendo actualizado de manera radical en el presente”. Democracia y socialismo no deben ser concebidos como conceptos inertes, sino como "un objetivo que está en movimiento y a cuyas variaciones se llega por muchos caminos distintos" (p.3).
Después de un examen riguroso sobre cómo la política electoral de Estados Unidos ha operado históricamente, y de pasar revista a la idea del “complejo industrial-militar” (pp. 21-22), August somete a crítica la alegación de la superpotencia estadounidense de que es la patria de la democracia. Cita y analiza pensadores norteamericanos como Martin Luther King Jr., Errol Sharpe, Howard Zinn, Noam Chomsky y Michael Hardt, y también a intelectuales como el egipcio Samir Amin, el peruano Aníbal Quijano y la cubana Thalía Fung Riverón. En este sentido, el trabajo de August es difícilmente provincial.
El tercer capítulo, titulado “Explorando la democracia en Venezuela, Bolivia y Ecuador”, es tal vez la mayor contribución de este estudio a la política comparada. Durante los años noventa Cuba se aparecía aislada, algo que facilitó que se descartara el socialismo de estado cubano, como si hubiera sido un remanente arcaico del bloque soviético. En la actualidad, a la luz de la revolución bolivariana en Venezuela, la experiencia del socialismo indígena en Bolivia y la Alianza Patria Altiva y Soberana (PAIS) en Ecuador, el caso de Cuba se hace especialmente relevante para los estudios sobre la democracia popular. August explora cada uno de estos casos, comenzando con la llegada al poder de los movimientos sociales y grupos indígenas que buscaban paradigmas políticos, económicos y de desarrollo alternativos, y hacer frente al neoliberalismo occidental.
Abunda sobre todo en el caso de Venezuela. Examina en detalle la reforma constitucional y explica la participación activa que han tenido los movimientos sociales en la definición del "socialismo del siglo veintiuno". Venezuela, Bolivia y Ecuador tienen en común con Cuba la lucha por defender sus soberanías frente a la agresión de Estados Unidos. En este sentido, la independencia nacional y la participación popular en la vida social y cultural se convierten en fundamentos de la democracia.
Los capítulos cuarto y quinto discuten el desarrollo de las instituciones y las prácticas políticas en Cuba desde la revolución de 1959. Se hace un análisis del sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) de 2011 y de la primera Conferencia del Partido en 2012. August indica que estas experiencias constituyen un ejercicio prolongado de voluntad popular y de consenso nacional con respecto al debate para descentralizar la producción y redefinir el concepto de propiedad social. August describe el proceso en que, de cara al cuarto congreso del PCC, se sometían propuestas y se llevaba a cabo el debate público en torno a los documentos circulados por el Partido en lugares de trabajo, escuelas y comités vecinales. El proceso de preparación de la Conferencia del Partido y la Conferencia misma también fueron oportunidades, dice August, en que el pueblo cubano consideró criterios para renovar el socialismo, confrontar los problemas de la burocratización y definir el rol de espacios culturales como la prensa y las ciencias sociales.
Es difícil encontrar un texto, especialmente en inglés, que documente tan meticulosamente como este libro la relación de las masas con el proceso político. Por ejemplo, en un capítulo entero dedicado a la Asamblea Nacional de Cuba y su relación con otros órganos de poder popular, August explica con precisión las distintas fases electorales para constituir los órganos de poder popular municipales, provinciales y nacionales. El autor respalda con abundantes datos la visión favorable del régimen cubano que el libro deja ver.
El libro concluye con varias consideraciones generales sobre el futuro de la democracia en movimiento y el socialismo. Destaca la importancia de Cuba como un caso de innovación democrática institucional que debe ser estudiado más.
Algo que tal vez distrae la atención del lector, respecto a la discusión esencial sobre Cuba, es la atención que presta el autor a los disidentes —de derecha y de izquierda—que niegan autenticidad a los cuerpos electivos y representativos del país caribeño. Sin embargo, habida cuenta de la desinformación que abunda sobre Cuba, especialmente en el mundo angloparlante, la inclinación de August a confrontar a los disidentes es comprensible.»
— Reseña por Antonio Carmona Báez de “Cuba y sus vecinos: Democracia en movimiento”.
Dr. Antonio Carmona Báez es politólogo y especialista en la economía política internacional. Fue profesor en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras y en la Universidad de Ámsterdam en Países Bajos. Siendo puertorriqueño nacido en la ciudad de Nueva York, completó su licenciatura (BA) en Middlebury College, Vermont, especializando en política internacional y literatura hispana/latinoamericana. Recibió su doctorado de la Universidad de Ámsterdam en 2002 y es autor de State Resistance to Globalisation in Cuba (Pluto Press, 2004) y otras publicaciones sobre cambios económicos estructurales, condiciones laborales y el cuentapropismo, comportamiento de grupos económicos en el Caribe, y política social/publica de genero y sexualidad. Actualmente sus interés de investigación está orientado hacia la integración regional de América Latina y el Caribe, cambios estructurales en las economías socialistas, los nuevos Estados benefactores del Sur y el pensamiento de-colonial entre grupos migratorios en Europa. Carmona Báez ha trabajado para Transnational Institute y ocasionalmente imparte cátedra en el Instituto de Relaciones Internacionales Clingendael en La Haya.
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